En base a lo anteriormente leído, el valor pedagógico y social de las tribus o culturas urbanas en la educación y en la sociedad reside en que muestran de forma vivida y visible cómo están en permanente construcción tanto la identidad colectiva como la individual. A partir de ellos podemos reflexionar en el aula y en el entorno social sobre la diversidad, el derecho a la expresión, el encuentro con el otro y el valor de aceptar lo diverso en lugar de rechazar lo que es distinto. Así, en lugar de dejar que el miedo a lo extraño nos aísle, podemos utilizar las tribus como espacios pedagógicos para aprender a respetar, dialogar y encontrar riqueza en la multiplicidad de voces, vivencias y formas de ser presentes en el paisaje urbano. Esto fortalece tanto el progreso de una sociedad más abierta como el desarrollo de ciudadanos más críticos, autónomos y conscientes de sí mismos en relación con los demás.