Según mi experiencia personal, la toma de decisiones importantes siempre ha sido un proceso que combina tanto el análisis racional como la intuición. Cada vez que enfrento una elección trascendental, trato cuidadosamente de evaluar las ventajas y las desventajas, pero también escucho mi instinto, lo que a menudo refleja mi experiencia acumulada. Por ejemplo, cuando tuve que decidir qué carrera estudiar, hice un análisis detallado de cada oportunidad. Considero factores como oportunidades de trabajo, áreas de trabajo, duración del estudio y mis habilidades personales. Estaba hablando con los profesionales que probé en Internet y consulté con mis maestros y mi familia. Todo este análisis me permitió ver más claramente cuáles eran las alternativas más viables. Sin embargo, hubo un momento en que la información objetiva no era suficiente. Varias razas cumplieron los requisitos que estaba buscando, pero aún sintió incertidumbre. Este es el momento en que recurrí a mi intuición. Creo que en qué área estoy más a gusto.
Hoy puedo decir que esta elección tuvo un impacto significativo en mi vida, no solo me permitió desarrollarme profesionalmente, sino también para disfrutar de lo que hago todos los días. Si solo me hubiera guiado como datos, probablemente habría elegido otra forma, pero la combinación de análisis e intuición fue la clave para tomar la mejor decisión