"¡Ñucanchi huasipungo, carajo!"
Al leer, decir o escuchar la frase “¡Ñucanchi huasipungo, carajo!”, siento que no es solo una expresión fuerte, sino un grito lleno de dolor, rabia y dignidad. Es como si resumiera, muchos años de injusticia y lucha que pasaron los nuestros. Significa “¡Nuestra tierra, carajo!”, y al decirla se siente cómo el pueblo exige lo que le pertenece. Esta es una frase pequeña, pero contiene mucho significado, porque nos habla sobre cómo nuestras comunidades han sido marginadas, explotadas y muchas veces ignoradas. El huasipungo representa más que un pedazo de tierra, es el símbolo de identidad, de hogar, de lucha diaria. Gritar esta frase es también defender la memoria de nuestros abuelos y de todos los que resistieron en silencio. También me hace reflexionar sobre cómo todavía hoy hay desigualdad. Esta frase me recuerda que aún hay personas que sienten que su tierra no les pertenece, que no se les reconoce su esfuerzo, y que la lucha por la justicia no ha terminado. No deberíamos repetir la historia, sino aprender de ella. Para mí,“¡Ñucanchi huasipungo, carajo!” significa “¡Basta!”. Basta de abusos, de silencios, de opresiones y de olvido.