Las reacciones tras el atentado a Miguel Uribe Turbay, en imágenes

Las reacciones tras el atentado a Miguel Uribe Turbay, en imágenes

de LEON BETANCOURT DANNA MAITE -
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Título: Las reacciones tras el atentado a Miguel Uribe Turbay, en imágenes

Fecha: 8 de junio del 2025

Fuente: El país 

Reflexión 

El atentado contra Miguel Uribe Turbay ha conmocionado profundamente a Colombia, no solo por la violencia del hecho en sí, sino por lo que representa: el resurgimiento de una amenaza que el país creía haber dejado atrás. Uribe Turbay, figura política con un legado familiar marcado por la violencia —su madre, Diana Turbay, fue secuestrada y asesinada en el marco del conflicto con el narcotráfico—, fue víctima de un ataque perpetrado por un sicario adolescente presuntamente vinculado a una red criminal organizada. Este acto no solo constituye un atentado contra una persona, sino contra la democracia misma, pues busca sembrar el miedo y socavar la libre participación en la vida pública. Las reacciones nacionales e internacionales han sido contundentes: desde el presidente Gustavo Petro hasta mandatarios latinoamericanos como Gabriel Boric, Daniel Noboa y líderes opositores como María Corina Machado, todos han condenado el ataque, dejando claro que la violencia no puede ser una herramienta válida en el debate político. Las imágenes difundidas —ciudadanos marchando en silencio, orando frente a hospitales, encendiendo velas por la vida del senador— transmiten un sentimiento colectivo de dolor, pero también de fortaleza y unidad. La familia de Uribe ha denunciado negligencias por parte de la Unidad Nacional de Protección, lo que revela una grave falla institucional en el deber de garantizar la seguridad de figuras públicas, especialmente en un contexto político tan polarizado como el colombiano. En lugar de dividir, este episodio ha logrado momentáneamente unir a distintos sectores en la defensa de valores democráticos fundamentales. Sin embargo, la reflexión no puede quedarse en la solidaridad emocional: este atentado debe ser un llamado a revisar a fondo los mecanismos de protección, a desactivar los discursos de odio y a reconstruir una cultura política basada en el respeto, el diálogo y la legalidad. El país se enfrenta a la disyuntiva entre dejarse arrastrar por la espiral de miedo o reafirmar su compromiso con un presente y un futuro más justo, pacífico y democrático.