El modelo pedagógico que he seleccionado es el modelo Reggio Emilia, porque se centra en la idea de que los niños son competentes, curiosos y capaces de construir su propio aprendizaje a través de la exploración, la expresión y la interacción con su entorno. Este modelo valora mucho la creatividad, el arte y el trabajo colaborativo, lo cual me parece fundamental en la primera infancia.
Aplicaría este método en un centro de desarrollo infantil o preescolar comunitario, especialmente en grupos de niños entre 3 y 5 años. Este tipo de escenario permite adaptar espacios flexibles y ricos en estímulos para fomentar la investigación y el trabajo en proyectos.
Los recursos y materiales necesarios incluyen:
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Materiales naturales y reciclables (hojas, piedras, cartón, telas) para fomentar la creatividad.
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Documentación del aprendizaje (fotos, murales, portafolios) que reflejan el proceso educativo.
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Espacios abiertos y organizados que inviten al juego, la observación y el diálogo.
Como educadores, el proceso implica:
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Observar y escuchar activamente a los niños.
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Proponer proyectos según sus intereses.
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Trabajar de forma colaborativa con las familias.
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Facilitar experiencias significativas que integren lo emocional, lo cognitivo y lo social.
Comentario:
Considero que el modelo Reggio Emilia es muy enriquecedor, ya que permite a los niños expresarse de múltiples formas y reconoce su potencial desde una edad temprana. Además, involucra a las familias y valora el entorno como un “tercer maestro”, lo que fortalece el desarrollo integral de manera comunitaria y creativa.