Metabolismo de Lípidos

Metabolismo de Lípidos

de SARANGO SAMANIEGO JOSTHYN JOSEPH -
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Resumen

Una alimentación saludable desempeña un papel esencial en el mantenimiento de un perfil lipídico adecuado y, en consecuencia, en la prevención de enfermedades cardiovasculares, especialmente en personas con obesidad o en riesgo de desarrollar comorbilidades asociadas. El perfil lipídico comprende parámetros como el colesterol total, el colesterol ligado a lipoproteínas de alta y baja densidad (HDL y LDL, respectivamente) y los triglicéridos. Alteraciones en estos indicadores —particularmente niveles elevados de triglicéridos y colesterol LDL— están estrechamente vinculadas con el desarrollo de aterosclerosis, hipertensión arterial, síndrome metabólico y enfermedad coronaria. Si bien el estudio analizado se enfocó en los efectos del ejercicio físico sobre el perfil lipídico en pacientes obesos mórbidos candidatos a cirugía bariátrica, también resalta indirectamente la importancia de los hábitos alimentarios, al mencionar que los participantes no debían modificar su dieta habitual durante el proceso, para evaluar exclusivamente los efectos del ejercicio.

No obstante, los autores reconocen, basándose en literatura científica previa, que los mayores beneficios se alcanzan cuando se combinan programas de ejercicio físico con intervenciones nutricionales estructuradas. Se ha demostrado que una alimentación adecuada —caracterizada por la reducción del consumo de grasas saturadas y trans, el aumento en la ingesta de grasas insaturadas (como omega-3 y monoinsaturadas), el consumo regular de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y fibra dietética— contribuye significativamente a la disminución de los niveles de triglicéridos y colesterol LDL, al mismo tiempo que puede favorecer un aumento del colesterol HDL, protector a nivel vascular.

Además, mantener un adecuado equilibrio calórico y evitar alimentos ultraprocesados y azúcares refinados también impacta positivamente en la regulación de la glucemia basal y en la reducción del tejido adiposo visceral, ambos factores determinantes en el control del perfil lipídico. Por lo tanto, si bien el ejercicio físico estructurado por sí solo logró disminuir los triglicéridos en un 20% en los sujetos adherentes del estudio, los resultados podrían haber sido aún más significativos si se hubieran incorporado cambios dietéticos complementarios. En conclusión, la integración de una alimentación saludable con actividad física regular constituye una estrategia fundamental, eficaz, accesible y sostenible para mejorar los parámetros lipídicos y reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles en la población general y, especialmente, en personas con obesidad.