La efectividad de una intervención no depende únicamente del enfoque terapéutico, sino también de la adecuación entre el método, el estilo del terapeuta, y las necesidades específicas del paciente.
Cada problemática presenta diferentes niveles de complejidad, urgencia y profundidad emocional, por lo que no existe una única intervención universalmente eficaz. Por ejemplo, una terapia cognitivo-conductual puede ser muy útil en trastornos de ansiedad, mientras que una intervención psicodinámica puede ser más adecuada en casos donde hay conflictos inconscientes profundos.