En el video aprendí que la forma en que nos comunicamos cambia mucho según dónde estemos y con quién hablemos. Aunque todos usemos el mismo idioma, la manera de expresar nuestras ideas y lo que decimos se adapta al momento. Por eso, los discursos no son iguales en todas las situaciones, su estructura y el vocabulario que usamos varían bastante.
Entendí que la lengua es como un código compartido que nos permite conectar ideas con sonidos; es algo inherentemente social. Cuando hablamos o escribimos, creamos enunciados, que son las piezas básicas de nuestra comunicación. Estos enunciados se unen para formar discursos, y cada discurso está ligado a un contexto social específico.
Me di cuenta de que mi estilo de comunicación se ajusta al contexto. Por ejemplo, si estoy con mis amigos, uso un lenguaje informal y relajado. Pero en la universidad, la cosa cambia: el vocabulario es más técnico y el tono, formal. La manera de organizar la información también se adapta. Con amigos, no me preocupa mucho si mis ideas están un poco desordenadas, pero para un examen o una presentación, tengo que ser muy organizado.
Los profesores no solo evalúan si sé el tema, sino también cómo lo expongo. En un examen, la forma en que presento mis ideas, incluyendo la ortografía, la coherencia y el orden, es tan importante como la información en sí. Y claro, los temas también cambian; en una reunión de vecinos, por ejemplo, hablamos de asuntos locales. En resumen, cada situación social determina cómo usamos el lenguaje.