El examen clínico traumatológico es una evaluación sistemática utilizada para identificar lesiones musculoesqueléticas, articulares o neurológicas en pacientes que han sufrido un trauma. Este proceso comienza con una anamnesis detallada, donde se exploran datos como el mecanismo de lesión, tiempo de evolución, localización del dolor y síntomas asociados. La exploración física sigue un orden lógico, generalmente comenzando con la inspección visual, para observar asimetrías, hematomas, hinchazón o deformidades.
Luego se realiza la palpación, que permite detectar puntos dolorosos, crepitaciones, calor o masas anormales. Se continúa con la evaluación del rango de movimiento (activo y pasivo), analizando limitaciones, dolor o bloqueos articulares. Posteriormente, se ejecutan pruebas específicas para estructuras óseas, ligamentos, tendones o nervios, como el test de Lachman en rodilla o Spurling en columna cervical. También se evalúa la fuerza muscular y los reflejos, fundamentales para detectar lesiones neurológicas asociadas.
El examen debe ser bilateral y comparativo, para establecer diferencias con el lado sano. Además, es necesario tener en cuenta factores como el dolor irradiado o síntomas sistémicos. Este análisis clínico guía el diagnóstico presuntivo y permite decidir la necesidad de estudios complementarios como radiografías o resonancias. En conjunto, el examen traumatológico es clave para establecer un tratamiento adecuado y personalizado.
DeLisa JA, Gans BM. Physical Medicine and Rehabilitation: Principles and Practice. 5th ed. Lippincott Williams & Wilkins; 2010.