A partir de mi experiencia en la práctica pre profesional, he podido observar que la estructura educativa actual aún se encuentra en un proceso de transición hacia una verdadera inclusión y valoración de la diversidad cultural. Si bien existen esfuerzos por incorporar elementos de la interculturalidad en el currículo, muchas veces estas acciones se quedan en lo superficial o decorativo, sin cuestionar los modelos eurocéntricos que aún predominan. En muchas instituciones, especialmente en contextos rurales o marginales, los saberes ancestrales, las lenguas originarias y las prácticas comunitarias son subvaloradas o ignoradas.
La educación sigue reproduciendo estereotipos y formas de desigualdad que invisibilizan las voces de los pueblos indígenas y de otras culturas minoritarias. En las aulas, es común encontrar una enseñanza homogénea que no responde a la realidad cultural de todos los estudiantes. Esto evidencia que todavía estamos lejos de alcanzar una educación verdaderamente intercultural y crítica, que promueva el diálogo horizontal de saberes y la transformación social.
¿Cómo debo aportar en mi rol ciudadano y profesional para alcanzar una interculturalidad crítica?
Desde mi rol ciudadano, tengo la responsabilidad de cuestionar y transformar las prácticas discriminatorias y excluyentes, no solo en el sistema educativo, sino en todos los espacios sociales. Esto implica reconocer mis propios privilegios y prejuicios, y trabajar para construir una sociedad más equitativa y respetuosa de la diversidad cultural.
Como futuro/a profesional de la educación, mi compromiso es promover una pedagogía intercultural crítica que no se limite a la convivencia entre culturas, sino que cuestione las relaciones de poder, valore los saberes comunitarios, y fomente el pensamiento reflexivo. Para ello, debo:
-
Escuchar activamente a los estudiantes y sus familias, reconociendo su contexto cultural como parte esencial del proceso educativo.
-
Diseñar propuestas didácticas que integren contenidos culturales diversos de forma crítica y significativa.
-
Fomentar el diálogo intercultural en el aula, respetando y valorando la lengua, la cosmovisión y la historia de cada grupo humano.
-
Formarme continuamente en temas de interculturalidad, decolonialidad y educación inclusiva.
Al actuar desde estos principios, puedo contribuir a una educación que no solo reconozca la diversidad, sino que también la celebre y la utilice como motor para la transformación social.