Participación 1: El impacto del clima en la salud pública en Riobamba
Desde mi perspectiva, el cambio climático representa una amenaza directa y creciente para la salud pública, especialmente en ciudades andinas como Riobamba. Las fluctuaciones en la temperatura y los niveles de humedad han contribuido al aumento de enfermedades respiratorias, afectando principalmente a niños y adultos mayores. A esto se suma la contaminación atmosférica generada por el tráfico excesivo, las industrias y la quema de combustibles, que agrava la situación. Además, las enfermedades transmitidas por vectores, antes poco comunes en climas fríos, están reapareciendo con mayor frecuencia debido a las alteraciones climáticas. Por ello, es fundamental que el sistema de salud se prepare para estos nuevos escenarios, impulsando estrategias de prevención y campañas educativas sobre higiene ambiental y calidad del aire. Aunque el problema es global, las soluciones deben adaptarse a las realidades locales, incluyendo la salud en las políticas climáticas de Riobamba y del Ecuador en general.
Participación 2: La gestión del agua en Chimborazo frente al cambio climático
En mi opinión, el agua se ha convertido en un recurso cada vez más limitado y vulnerable en la provincia de Chimborazo. El retroceso de los glaciares del volcán Chimborazo es una clara evidencia del impacto del cambio climático sobre los sistemas hídricos de la región. Muchas comunidades que dependen directamente de fuentes naturales de agua para el consumo humano, la agricultura y la ganadería ya enfrentan dificultades significativas. En zonas rurales, la escasez obliga a las personas a caminar largas distancias o depender del abastecimiento mediante tanqueros. Esta situación no solo profundiza la crisis hídrica, sino que también genera tensiones sociales. Es urgente fortalecer la gestión comunitaria del agua, garantizar el derecho al acceso equitativo y promover proyectos de reforestación con especies nativas. El agua no debe verse como un bien comercial, sino como un derecho humano esencial, y asegurar su distribución justa es un paso clave hacia la justicia climática en Ecuador.
Participación 3: Sabiduría indígena como herramienta frente al cambio climático
Los pueblos indígenas de Chimborazo, en especial las comunidades Kichwas de las zonas rurales de Riobamba, poseen un conocimiento ancestral muy valioso sobre el clima y la naturaleza. Durante generaciones han trabajado la tierra en armonía con los ciclos del sol, la luna, el viento y la lluvia. Hoy más que nunca, estos saberes tradicionales cobran relevancia, no solo porque han sido subestimados, sino porque pueden ofrecer alternativas sostenibles y resilientes frente al cambio climático. Lamentablemente, estas voces suelen ser excluidas de los espacios científicos y políticos. Recuperar y revalorizar estos conocimientos permitiría integrarlos en soluciones más integrales; prácticas como las terrazas agrícolas o el uso de semillas nativas pueden inspirar modelos más sostenibles de producción. Escuchar a las comunidades indígenas no solo representa un acto de justicia histórica, sino una estrategia esencial en tiempos de crisis ambiental.
Participación 4: El Chimborazo como símbolo de equilibrio ambiental
Desde mi punto de vista, el volcán Chimborazo no es únicamente una formación geográfica, sino un patrimonio cultural y espiritual que debe ser protegido. Para las comunidades locales, representa una fuente vital, pero el calentamiento global está acelerando el deshielo de sus glaciares, lo que afecta tanto la salud de los habitantes como la agricultura de la zona. Su conservación es crucial para mantener el equilibrio climático regional, además de preservar su valor como destino turístico. Proteger al Chimborazo es esencial no solo por su significado cultural, sino también por su función como regulador ambiental y motor de desarrollo sustentable para las generaciones presentes y futuras.