Las comunidades locales enfrentan diversos problemas a causa del impacto climático. Entre los más graves están la escasez de agua debido a la disminución de lluvias y el deshielo de fuentes naturales, lo que afecta tanto al consumo humano como a la agricultura. Además, las temperaturas extremas dañan los cultivos y reducen la productividad agrícola, generando inseguridad alimentaria y pérdidas económicas. Las sequías prolongadas y las lluvias intensas también provocan erosión de suelos, deslizamientos y destrucción de infraestructuras. A esto se suma el aumento de enfermedades respiratorias y digestivas, producto de los cambios bruscos de clima y la contaminación ambiental. Las familias rurales, especialmente aquellas con menos recursos, son las más vulnerables, ya que dependen directamente del clima para sobrevivir. La falta de educación ambiental y de políticas de prevención agrava aún más estos problemas, dificultando la adaptación y aumentando los riesgos a futuro.