En mi opinión, considero que España o la Iglesia Católica no deberían disculparse por la Conquista de América, aunque se puede tomar en cuenta que pueden reconocer el daño que se hizo y se hable de manera abierta y respetuosa del tema. El no pedir disculpas no se trata de negar lo que pasó, si no de reconocer y saber más a detalle lo sucedido para aprender de ello.
Es cierto que durante la conquista hubo violencia, se les quitaron tierras a los indígenas y se les obligó a trabajar en condiciones muy duras, por ejemplo, en Mitas o en Obrayes. Sin embargo, la mayoría de los pueblos nativos murieron a causa de enfermedades traídas de Europa, como la viruela, y no directamente por guerras o masacres. Esto no explica lo que pasó, pero sí sugiere que no todo fue intencional. Además, se puede hacer una comparación con la conquista española y con la conquista británica en América del Norte, encontramos que los españoles no exterminaron completamente a los pueblos indígenas . Muchos si sobrevivieron y se fusionaron con los europeos, creando una nueva cultura que combinaba costumbres, idioma y religión. Hoy en día, en muchos países de América Latina aún se conservan tradiciones indígenas fruto de este proceso de mezcla.
En resumen, no creo que una disculpa formal sea lo que más se necesita en este momento. En cambio, es importante promover el diálogo y enseñar la historia de forma completa y honesta, reconociendo tanto los defectos como los aspectos positivos del intercambio cultural. En lugar de centrarnos únicamente en el perdón, deberíamos tomar medidas concretas para valorar y proteger a las comunidades indígenas, sus culturas, idiomas y derechos hoy. Ésta sería una forma más justa y beneficiosa de afrontar el pasado y construir un futuro más respetuoso e igualitario.