De los cuatro principios del principialismo, el que más llamó mi atención fue la autonomía, porque resalta la importancia de respetar la capacidad de cada persona para tomar decisiones sobre su propia vida, especialmente en el ámbito de la salud. Este principio me parece fundamental porque reconoce a cada ser humano como un individuo libre, capaz de elegir lo que considera mejor para sí mismo, siempre que tenga la información necesaria y esté en condiciones de hacerlo. En un mundo donde muchas veces se toman decisiones por otros sin considerar sus deseos o valores, defender la autonomía es también defender la dignidad humana. Además, en la práctica profesional, este principio nos recuerda que no basta con querer ayudar: es necesario escuchar, informar con claridad y permitir que la persona decida, incluso si su elección no coincide con lo que nosotros creemos correcto.