Los principios de beneficencia y autonomía me resultan especialmente importantes en psicología clínica. La beneficencia, porque implica un compromiso activo con el bienestar del paciente, yendo más allá de evitar daños para promover positivamente su salud mental mediante intervenciones profesionales y éticas. La autonomía, por su parte, me parece igualmente relevante al reconocer el derecho del paciente a tomar decisiones informadas sobre su tratamiento, incluso cuando difieren de las recomendaciones terapéuticas. Lo más interesante es cómo estos principios se complementan: mientras la beneficencia orienta hacia el mayor bien posible, la autonomía garantiza que este bien sea construido con el consentimiento y participación activa del paciente, equilibrando así la experiencia profesional con el respeto por la autodeterminación. Esta dualidad constituye la base de una práctica clínica verdaderamente ética y humanizada.
¿Qué principio del principialismo le llamo más la atención?
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