El Plan Nacional de Desarrollo es clave para organizar el gasto público, pero su verdadero impacto depende de cómo se ejecuta. En teoría, evita improvisación y garantiza transparencia; en la práctica, muchos proyectos quedan en el papel por cambios de gobierno o falta de voluntad política. Si las instituciones no se alinean al PND, se desperdician recursos en obras inconclusas o duplicadas, especialmente en provincias con necesidades urgentes, como Manabí, donde el eje de reactivación económica es vital, pero solo funcionará si llega a quienes más lo necesitan, con participación local y sin corrupción. El PND no debe ser solo un documento, sino un compromiso real con el desarrollo. Sin seguimiento y rendición de cuentas, seguirá siendo letra muerta.
Plan Nacional de Desarrollo (PND)
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