La exploración musculoesquelética es una evaluación clínica sistemática que permite identificar alteraciones en músculos, huesos, articulaciones y estructuras relacionadas. Es fundamental en el diagnóstico fisioterapéutico y médico. Sus objetivos son detectar disfunciones, guiar el tratamiento y evaluar la evolución del paciente.
Componentes de la exploración musculoesquelética:
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Inspección visual:
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Postura y alineación corporal.
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Simetría muscular y ósea.
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Presencia de atrofias, deformidades, edemas o hematomas.
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Palpación:
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Temperatura, tono muscular, puntos gatillo.
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Identificación de dolor, inflamación o cambios en la textura de tejidos.
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Localización de estructuras óseas y blandas.
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Evaluación del rango de movimiento (ROM):
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Activo (AROM): el paciente realiza el movimiento por sí mismo.
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Pasivo (PROM): el terapeuta mueve la articulación sin ayuda del paciente.
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Comparación bilateral y detección de limitaciones, rigidez o hipermovilidad.
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Evaluación de la fuerza muscular:
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Mediante pruebas manuales musculares (escala de 0 a 5 según Daniels y Worthingham).
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Análisis de fuerza, resistencia y simetría.
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Pruebas funcionales y específicas:
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Pruebas ortopédicas para identificar lesiones específicas (ej. prueba de Lachman, test de Neer, etc.).
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Valoración de patrones de movimiento, control motor y estabilidad.
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Evaluación de la marcha y biomecánica:
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Análisis de la marcha, apoyo, coordinación y uso compensatorio de extremidades.
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Identificación de alteraciones biomecánicas que afectan el rendimiento funcional.
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Evaluación neuromuscular:
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Reflejos, sensibilidad, pruebas de conducción nerviosa.
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