Soy de Pulucate es una comunidad rural enclavada en las alturas andinas de la parroquia Columbe, donde la vida transcurre al ritmo de la naturaleza y las costumbres heredadas de los abuelos. Su paisaje está dominado por montañas, campos de cultivo y pequeños senderos que conectan chacras, casas y familias. En las mañanas, el canto de los pájaros y el aire frío anuncian un nuevo día de trabajo en el campo, donde hombres y mujeres siembran y cosechan con manos sabias, mientras los niños se preparan para caminar hasta la escuela. Las casas, muchas construidas de adobe y techos de zinc o teja, se agrupan en pequeños sectores donde el sentido de comunidad es profundo; todos se conocen, se ayudan y celebran juntos. En Pulucate, las festividades religiosas, se viven con devoción, música, danzas y platos típicos preparados con cariño. El kichwa aún se escucha entre los mayores, mezclándose con el español en las conversaciones cotidianas, como símbolo de identidad y resistencia cultural. El tiempo parece pasar más despacio, pero con sentido, con valores fuertes como la solidaridad, la fe, el respeto por la tierra y el trabajo colectivo. Aunque es una comunidad pequeña y sencilla, Pulucate guarda en cada rincón una historia viva, una sabiduría profunda y un orgullo silencioso de ser parte de la gran herencia andina.