Soy de Santo Domingo, una ciudad de la región costa del Ecuador, también conocida como la tierrita Tsáchila, es un lugar cálido, alegre y con mucho movimiento. Aquí el sol brilla fuerte y es húmedo, pero el viento llega como caricia, refrescando la piel. Las calles están llenas de comercio y de personas amables, que siempre están dispuestas a ayudar.
La comida es una de las cosas que más me gusta, los bolones, tigrillos, ceviches, bollos, tongas, encebollados, cangrejadas, platos llenos de sabor, especialmente los mariscos, todo ese sabor que extraño cuando estoy lejos. Siempre recordaré las tardes con mi abuelita, cuando jugaba con mis primos después de la escuela y nos sentábamos a esperar a nuestros papás con un café calientito y un pan de yuca recién salido del horno, con un sabor exquisito, típico de los platos de mi abuelita . Eran momentos sencillos, pero que guardo como mi parte favorita de la vida.
Santo Domingo para mí es eso, recuerdos, juegos bajo la lluvia, la sensación de que todo estaba bien solo por estar ahí, las reuniones familiares. De la misma forma, es nostalgia pura; yo amo mi ciudad y amo a mi familia, cada uno de ellos son parte de mi historia, y si tuviera que elegir dónde nacer, volvería a elegir Santo Domingo porque es mi hogar.