La exploración musculoesquelética es un proceso clave dentro de la valoración fisioterapéutica, ya que permite identificar alteraciones en músculos, huesos, articulaciones, tendones y ligamentos que afectan la función y el movimiento del paciente. Esta exploración debe ser sistemática, detallada y orientada al motivo de consulta, para guiar con precisión el diagnóstico fisioterapéutico y el plan de tratamiento. La evaluación comienza con la inspección, donde se observan la postura, simetría corporal, deformidades, edema o cambios en la piel. Luego se realiza la palpación, útil para detectar puntos dolorosos, contracturas, crepitaciones o alteraciones térmicas. Posteriormente se aplica la evaluación del rango de movimiento (ROM), tanto activo como pasivo, lo que permite valorar la movilidad articular y la flexibilidad.
La prueba de fuerza muscular, a menudo utilizando la escala de Daniels, es crucial para valorar la integridad neuromuscular y el desempeño funcional de los grupos musculares. Además, pueden incluirse pruebas especiales (como las de McMurray, Lachman, o Neer) que ayudan a identificar lesiones específicas de ligamentos, meniscos, o tendones. Esta exploración se complementa con una anamnesis precisa y pruebas funcionales que evalúan el impacto real en la vida diaria del paciente. Un correcto abordaje musculoesquelético permite no solo tratar los síntomas, sino también prevenir disfunciones futuras y promover la recuperación integral del movimiento.