En Latinoamérica, los movimientos de resistencia han sido una forma en la que las personas se han unido para luchar por un trato justo y por una vida mejor, no se conformaron con aceptar las injusticias, sino que buscaron hacerse escuchar a través de marchas, encuentros, palabras y acciones que nacieron desde sus propios dolores y esperanzas. Según Rueda (2003), estos movimientos nacen cuando la gente se da cuenta de que solo trabajando juntos pueden cambiar las cosas que les afectan (p. 42). Gracias a su esfuerzo, muchos problemas que antes se ignoraban salieron a la luz y poco a poco lograron transformaciones importantes en sus comunidades y países.
Desde mi punto de vista, los movimientos de resistencia son una prueba viva de que cuando las personas alzan su voz y se apoyan mutuamente, pueden mover montañas. Nos enseñan que el cambio no viene de esperar, sino de actuar, y que la verdadera fuerza nace cuando la gente cree en su poder para transformar su historia.
Referencia Bibliográfica
Rueda, L. (2003). Movimientos sociales: conflicto, acción colectiva y cambio social. En Psicología de la acción colectiva (p. 42).
Desde mi punto de vista, los movimientos de resistencia son una prueba viva de que cuando las personas alzan su voz y se apoyan mutuamente, pueden mover montañas. Nos enseñan que el cambio no viene de esperar, sino de actuar, y que la verdadera fuerza nace cuando la gente cree en su poder para transformar su historia.
Referencia Bibliográfica
Rueda, L. (2003). Movimientos sociales: conflicto, acción colectiva y cambio social. En Psicología de la acción colectiva (p. 42).