Titulo: Temblor en la costa ecuatoriana.

Lo que vivimos hoy en Ecuador con los sismos fue una sacudida no solo de la tierra, sino también de la calma de miles de personas. Es impresionante cómo, en cuestión de segundos, todo puede cambiar. Uno está en casa, camino al trabajo o en la escuela, y de pronto el piso tiembla y todo se vuelve incertidumbre. Lo de Esmeraldas duele, porque ver las casas dañadas, las calles llenas de escombros y la gente saliendo con miedo nos recuerda lo frágiles que somos. Aunque el segundo sismo fue de menor intensidad, el susto ya estaba instalado en el cuerpo. La sensación de vulnerabilidad es fuerte, sobre todo cuando ves a personas mayores, niños y familias enteras sin saber si volverán a sus casas. Y uno se pregunta si estamos preparados, si sabemos realmente qué hacer. Esto también nos llama a unirnos más como país, a no ignorar las alarmas ni las señales. A veces solo en momentos como estos recordamos lo valioso de estar vivos, de tener a nuestros seres queridos cerca. Que esto nos sirva para tomar conciencia, ayudar a quienes lo necesiten y fortalecer la cultura de prevención. Porque la naturaleza no avisa, pero nosotros sí podemos estar listos.

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