La lectura ha sido uno de los actos más poderosos de la historia de la humanidad, no sólo por su capacidad para transmitir conocimientos, sino también por su poder para transformar personas y sociedades. Irene Vallejo nos recuerda que los libros fueron, continúan y continuarán siendo, un medio de resistencia, comunión y sanación. Pero además de esta afirmación, es importante reconocer que la lectura fue el motor invisible de los grandes cambios culturales, científicos y filosóficos de la civilización. Desde los manuscritos antiguos hasta las bibliotecas digitales actuales, los libros han cumplido la importante función de preservar la memoria colectiva, sin esta, los seres humanos estarían condenados a repetir errores. La lectura nos permite viajar al pasado, dialogar con otras épocas, comprender otras culturas y predecir posibles futuros. De este modo, los libros son una herramienta que nos libera del olvido y un instrumento contra nuestra propia ignorancia.
Además, los libros no sólo han sido testigos de los momentos más oscuros de la historia, sino también una forma de resistencia contra ellos. Vallejo nos invita a reconsiderar el libro no sólo como objeto cultural, sino también como conexión humana. Incluso con los avances tecnológicos, la inmediatez o las inteligencias artificiales; leer significa detenerse, escuchar y empatizar, es una forma de ser humano. A través de los libros podemos entrar en otra vida, en otra realidad, y reconocer la diversidad de la experiencia humana.
Por último, leer no solo significa involucrarse con la palabra escrita, sino también con el desarrollo del ser humano, el desarrollo emocional, moral e intelectual que no puede ser sustituido por ninguna tecnología. La historia de la humanidad está registrada en los libros. Los libros han resistido siglos de regímenes autoritarios, crisis y olvido porque contienen lo que ninguna fuerza puede destruir: las voces de quienes se atrevieron a soñar, pensar y escribir. Leer es, por tanto, un acto muy humano y revolucionario. En palabras de Irene Vallejo, “la lectura nos permite tejer redes, construir memoria y sanar heridas colectivas”.