A criterio personal, la mejor forma de abordar los trastornos de personalidad tipo A y B es mediante una intervención psicológica enfocada en la alianza y relación terapéutica, enfatizando la creación y el mantenimiento de un vínculo terapéutico sólido pues permite una mejor comprensión del individuo y cómo este se relaciona, lo que facilita los avances durante el proceso psicológico.
Haciendo connotación en el grupo A, se debe considerar y priorizar la creación de un ambiente de seguridad y estabilidad, que permita la generación de confianza pues estos individuos tienden a mostrarse distantes o desconfiados por lo que es clave avanzar con cautela, validar sus percepciones sin reforzar creencias distorsionadas; además, es importante respetar su necesidad de espacio y autonomía, permitiendo que el vínculo se fortalezca de manera progresiva
En cambio, al tratar los tipos de personalidades del tipo B, es fundamental establecer desde el inicio límites claros y trabajar profundamente en la regulación emocional debido a la presencia de reacciones emocionales intensas y relaciones inestables, por lo que el terapeuta debe mostrar flexibilidad y empatía pero siendo firme con los límites antes mencionados. Una de las terapias que considero que permitiría un proceso exitoso sería la dialéctico- conductual pues se trabaja en el manejo de emociones, control de impulsos, la construcción de una identidad más estable y la creación de vínculos interpersonales más saludables