¿Qué tan romántica me considero? Un reflejo de mi alma rebelde y auténtica.
Podría decir que me considero una persona romántica, no al cien por ciento, pero sí en gran parte. Lo soy porque no siempre me dejo llevar únicamente por la razón. A menudo, escucho más a mi corazón, a mi intuición y a esa parte irracional que me guía hacia lo desconocido, hacia lo verdadero. No sigo los pasos de los demás, no encajo en moldes establecidos ni me limito por lo que “debería ser”. Soy distinta, auténtica y, en ese sentido, profundamente romántica. Siento que llevo dentro de mí esa rebeldía ante la lógica fría, y me dejo llevar por los sentimientos, incluso si eso implica equivocarme.
Dentro del Romanticismo hay un valor que resuena mucho conmigo: ansia de libertad. La libertad para mí no es hacer lo que sea, sino vivir de acuerdo con mis propios principios, actuar con responsabilidad hacia mí misma, sentirme libre de ser quien soy sin tener que justificarlo. Amo esa sensación de romper cadenas invisibles que a veces impone la sociedad, y buscar mi propio rumbo, aunque nadie más lo entienda. Además, creo que el amor cuando llega me transforma. Me vuelvo aún más expresiva, más intensa, más imaginativa. No me conformo con lo superficial. Amo escribir cartas, usar metáforas, comparar lo que siento con un paisaje infinito o un cielo despejado. Todo lo que amo lo vivo con profundidad, con sentido poético, con pasión genuina. La naturaleza es otro de mis grandes refugios. Me inspira, me sana y me conecta con lo más puro de mí. Me gusta observarla y compararla con el amor que siento: así como un atardecer puede dejarme sin palabras, así también lo hace la persona que amo. Con tan solo mirarlo unos minutos puedo sentir que todo vale la pena, que la vida tiene sentido. En ese instante, se detiene el tiempo y nace en mí una necesidad de expresarle todo lo que siento, sin filtros, sin miedo. Porque cuando amo, me entrego por completo, sin condiciones, como lo hacían los románticos de verdad.
Y sí, si me preguntaran qué sería capaz de hacer por amor, diría sin dudar que haría lo más loco que alguien podría imaginar: renunciar a todo, cambiar de país, dejar atrás lo conocido, incluso sin hablar el idioma ni tener nada seguro… solo por estar cerca de esa persona que me hace sentir viva. Pero más allá de los actos extremos, lo más importante para mí es dar un amor puro, sincero y constante, uno que se demuestra cada día, con acciones, palabras y presencia. Porque amar no es solo decirlo, es también estar, acompañar y construir juntos algo duradero, algo verdadero.
Así soy yo: una mujer intensamente emocional, libre, rebelde, diferente. Una romántica moderna que no teme sentir ni expresarse, que cree en el poder de las palabras y los gestos, y que se atreve a amar de forma valiente, aun cuando todo parezca en contra. No sigo caminos, los creo. No repito fórmulas, invento mi manera. Y eso, sin duda, me hace romántica… pero de las que dejan huella.
