Feijóo supuso un punto de inflexión porque impulsó una forma de pensar más autónoma. Se animó a poner en tela de juicio verdades asumidas, desafiando el conformismo intelectual. Gracias a él, el conocimiento dejó de ser un lujo de élites y comenzó a hablar en el idioma de la calle. Así, su presencia ayudó a despertar una conciencia más crítica en el país, menos sumisa y más amiga del pensamiento claro.