El currículo ha cambiado con el tiempo según las necesidades de cada sociedad. En la Antigüedad, su función era formar ciudadanos según ideales filosóficos, como en Grecia, donde se valoraba el desarrollo del pensamiento y la ética. En la Edad Media, el currículo se volvió religioso y rígido, centrado en la fe y el control del conocimiento por parte de la Iglesia. Con el paso del tiempo, especialmente en la Edad Moderna y la Ilustración, el currículo empezó a incluir ciencias, artes y razonamiento crítico. En el siglo XX, se volvió más técnico y estructurado, buscando responder a objetivos claros.
Hoy, el currículo es más flexible e inclusivo. Se adapta al contexto, valora la diversidad, y busca que el estudiante desarrolle competencias para la vida. Ya no se trata solo de enseñar contenidos, sino de formar personas críticas, creativas y responsables.
Conclusión
El currículo no es estático, sino que evoluciona junto con la sociedad. Su transformación refleja los cambios en la manera de entender la educación y el papel del estudiante. Comprender su origen y evolución nos permite mejorar la forma en que enseñamos, asegurando una educación más humana, contextualizada y significativa para todos.