En mi opinión la Geriatría es una de las ramas más valiosas y necesarias dentro de las Ciencias Médicas, aunque muchas veces no recibe el reconocimiento que merece. En un mundo donde la esperanza de vida aumenta cada década, no basta con vivir más años: es urgente vivirlos con dignidad, funcionalidad y bienestar. La Geriatría no solo aborda enfermedades propias de la edad, sino que ofrece una mirada integral del ser humano, considerando su cuerpo, mente, entorno y emociones. Gracias a su enfoque preventivo y personalizado, ayuda a reducir complicaciones frecuentes como caídas, polifarmacia, deterioro cognitivo o aislamiento social, mejorando no solo la salud del paciente, sino también la de su entorno familiar. Además, al disminuir hospitalizaciones innecesarias y optimizar tratamientos, contribuye de manera significativa a la sostenibilidad de los sistemas de salud. Pero quizá su mayor valor está en que devuelve la voz y el protagonismo a un grupo históricamente olvidado, recordándonos que envejecer no es una enfermedad, sino una etapa de la vida que merece ser acompañada con conocimiento, respeto y calidez. Por todo esto, la Geriatría es mucho más que una especialidad: es un compromiso ético y humano con el futuro de nuestras sociedades.