Después de realizar una caminata por la ciudad, noté que en varias calles había excremento de perros, lo cual representa no solo un problema de higiene, sino también un deterioro de la imagen urbana. Lo que más me llamó la atención fue que muchos dueños de mascotas pasan junto a los desechos y se van sin recogerlos, a pesar de que había un eco tacho cercano. Además, no había suficientes estaciones de bolsas para la recolección, lo que dificulta que algunos dueños puedan realizar esta acción o, simplemente, se olvidan de hacerlo.
Desde mi punto de vista, el rol de la educación es crucial en esta situación. Si se enseña a las personas desde temprana edad sobre el respeto al espacio público y la responsabilidad de tener una mascota, podríamos reducir significativamente este problema. Las campañas de concientización en escuelas, redes sociales y comunidades serían fundamentales para cambiar la mentalidad de las personas, ya que muchos no se dan cuenta del impacto negativo que tiene dejar el excremento de sus perros en la calle.