El primer paso, conectar, consiste en establecer una relación basada en la confianza y la empatía con la persona que necesita apoyo. Esto se logra mediante gestos como un saludo cálido, el mantenimiento del contacto visual y un lenguaje corporal que denote apertura y respeto. Este paso es crucial porque permite generar confianza, creando un ambiente seguro en el cual la persona se sienta cómoda para expresar sus pensamientos y emociones. Además, fomenta la empatía, lo que facilita la comprensión de las necesidades emocionales y permite brindar un apoyo más efectivo.

El siguiente paso, observar, se centra en identificar tanto las señales verbales como las no verbales que pueda estar mostrando la persona. Aquí se presta atención al tono de voz, las expresiones faciales y los gestos. Este paso es importante porque permite captar aspectos del estado emocional de la persona que no siempre se expresan con palabras. Asimismo, la observación permite ajustar la comunicación según las reacciones de la persona, promoviendo un entendimiento mutuo más profundo.

Finalmente, se activa la fase de escuchar, en la cual se practica una escucha activa, prestando plena atención a lo que la persona quiere comunicar. Durante este paso, es fundamental evitar interrumpir o emitir juicios, para que la persona sienta que sus palabras y sentimientos son valorados. Escuchar no solo facilita una comprensión completa del mensaje que se quiere transmitir, sino que también muestra respeto por las opiniones y emociones de la otra persona, consolidando la confianza y la conexión establecidas previamente.

La secuencia de conectar, observar y escuchar es importante porque cada paso se construye sobre el anterior. Conectar establece un marco de confianza; observar permite ajustar y personalizar el apoyo; y escuchar asegura que la comunicación sea efectiva, logrando así brindar el apoyo necesario de manera sensible y adecuada.