1. "El lenguaje es un medio poderoso de comunicación social, sin este, la vida, sería imposible e impensable.":
El lenguaje, sin lugar a dudas, es el pilar fundamental que sostiene la interacción humana y da forma a nuestras sociedades. No se trata solo de palabras, sino de un sistema complejo que transmite ideas, emociones, conocimientos y culturas. A través del lenguaje, construimos realidades compartidas, negociamos significados y generamos vínculos que trascienden el tiempo. Sin él, la organización social, la educación, la política y hasta los afectos perderían coherencia y sentido. Imaginar una vida sin lenguaje es pensar en un mundo sin lógica, sin progreso ni identidad colectiva. Su poder es muy significante, que incluso puede transformar mentalidades, inspirar revoluciones o sanar heridas emocionales. Por ello, reconocer su valor es también comprometerse con su uso consciente y ético.
2. "Escuchar con atención, hablar correctamente, escribir con propiedad, son condiciones básicas de todo hombre culto para la convivencia social."
Las habilidades comunicativas son más que herramientas técnicas; son manifestaciones de respeto, inteligencia y compromiso social. Escuchar con atención implica reconocer al otro como interlocutor válido, y es la base de todo diálogo constructivo. Hablar correctamente no solo denota dominio del idioma, sino también claridad de pensamiento y responsabilidad al expresarse. Escribir con propiedad, por su parte, permite que nuestras ideas permanezcan, se comprendan y generen impacto más allá del instante presente, estas tres competencias lo caracterizan al ser humano culto. La convivencia armónica depende, en gran medida, de cómo usamos nuestras palabras: con respeto, precisión y empatía. Cultivar estas virtudes lingüísticas es, en efecto, un acto de ciudadanía activa.
El lenguaje, sin lugar a dudas, es el pilar fundamental que sostiene la interacción humana y da forma a nuestras sociedades. No se trata solo de palabras, sino de un sistema complejo que transmite ideas, emociones, conocimientos y culturas. A través del lenguaje, construimos realidades compartidas, negociamos significados y generamos vínculos que trascienden el tiempo. Sin él, la organización social, la educación, la política y hasta los afectos perderían coherencia y sentido. Imaginar una vida sin lenguaje es pensar en un mundo sin lógica, sin progreso ni identidad colectiva. Su poder es muy significante, que incluso puede transformar mentalidades, inspirar revoluciones o sanar heridas emocionales. Por ello, reconocer su valor es también comprometerse con su uso consciente y ético.
2. "Escuchar con atención, hablar correctamente, escribir con propiedad, son condiciones básicas de todo hombre culto para la convivencia social."
Las habilidades comunicativas son más que herramientas técnicas; son manifestaciones de respeto, inteligencia y compromiso social. Escuchar con atención implica reconocer al otro como interlocutor válido, y es la base de todo diálogo constructivo. Hablar correctamente no solo denota dominio del idioma, sino también claridad de pensamiento y responsabilidad al expresarse. Escribir con propiedad, por su parte, permite que nuestras ideas permanezcan, se comprendan y generen impacto más allá del instante presente, estas tres competencias lo caracterizan al ser humano culto. La convivencia armónica depende, en gran medida, de cómo usamos nuestras palabras: con respeto, precisión y empatía. Cultivar estas virtudes lingüísticas es, en efecto, un acto de ciudadanía activa.